La semana pasada me dio la impresión de que un tipo me seguía por la calle, aquí en Túnez. Como estaba por el centro (que no la Medina), le dí esquinazo metiéndome por callejuelas que conozco. Pero, la verdad, me quedé con complejo de culpa de lo mal pensada que soy, pero qué te has creído que te van a seguir a ti, etc., etc... como siempre, me cuesta creer la realidad cuando se acerca demasiado a la novela.
Pues bien, ayer ya no hubo duda. Otro tipo, calvo (con todo el cariño para los calvos guapos del mundo, que los hay) y con pinta de no haber roto un plato en su vida, es decir, nada por lo que sentirse orgullosa, me dio la impresión de que me seguía. Pero esta vez lo enfrenté. Y sí, sí, el tipo después de intentar colar que me había confundido con alguien, se ofrece a acompañarme (como si no lo hubiera ya estado haciendo), y cuando le suelto que ni hablar, me dice: "si quieres te doy mi número de teléfono". Increíble.
De manera, que hoy decidí ir del trabajo al hotel, porque estoy hasta el mismísimo remoño de Túnez, y de no tener NADA que conocer, que admirar, que descubrir... Pero no es penséis que una está segura en un hotel de 5 estrellas con guardas de seguridad a la puerta. El vigilante de la piscina, que se llama Amor, para más recochineo, también ha intentado ligar. Al menos, éste era guapo y joven, y nunca mejor dicho, chulopiscina. Y por qué no he aprovechado? Pues porque tooooodos los tunecinos que conozco (salvo Nabil, que es un santo varón) ligan como adolescentes miedosos, y se le baja a una la libido solo de pensar en intercambiar fluidos con un macho circuncidado con posiblemente poquísima experiencia y que sólo te ve como una perra vagina cristiana. Dónde ha ido a parar el refinamiento de Al-Andalus, que tanto admiran?
Ánimo, que sólo quedan tres días...
Tuesday, September 05, 2006
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